Si seguisteis la entrega anterior de esta saga[1], deberíais estar con una lista de requerimientos y una decisión más o menos en firme de qué distribución de Linux usaremos para cumplir nuestros requerimientos (seguramente Debian o CentOS).
El paso siguiente es lanzarse a la piscina. Como dijimos anteriormente, una herramienta muy interesante a utilizar es la virtualización. La virtualización nos permite poder hacer instalaciones de sistemas operativos dentro de nuestro ordenador habitual, completamente aisladas del resto de nuestro entorno y con posibilidad de crear tantas instancias como queramos, de los sistemas operativos que queramos y crearlas, eliminarlas, arrancarlas y pararlas con total libertad. El único requisito duro que necesitamos es memoria; una máquina virtual consume en general tanta memoria como la que tenga la máquina que estemos virtualizando. A pesar de ello, hasta los ordenadores modernos más asequibles cuentan con respetables cantidades de memoria, y para muchas cosas, nos bastará para los habitualmente modestos requerimientos de lo que queramos montar (los ordenadores de hoy en día vienen con 4gb de RAM o más, y para una típica máquina con Linux, Apache, MySQL, etc. nos pueden bastar 256 o 512mb). Otro punto a tener en cuenta es la CPU- si bien en general no necesitaremos una CPU muy potente (una vez más, los requerimientos de CPU de los montajes habituales son bastante modestos), es interesante que nuestra CPU cuente con las extensiones de virtualización, que nos pueden facilitar la vida. Por último, en disco con unos 20-30gb libres por máquina virtual que deseemos suelen ser más que suficientes.
Respecto a los sistemas de virtualización, ciertamente existen muchos, pero cuando quiero virtualizar sistemas "de prueba" a los que quiero acceder desde mi ordenador de escritorio, me decanto por VirtualBox[2], un excelente sistema de virtualización de Sun Oracle, totalmente gratuito y perfectamente funcional, que cubre perfectamente todo lo que le podamos pedir a un sistema de virtualización "de escritorio".
Con VirtualBox instalado y la ISO del sistema operativo que queramos instalar, nos podemos poner en marcha; creamos la máquina virtual, le conectamos la ISO y nos ponemos con el proceso de instalación. La instalación de sistemas operativos Linux se ha simplificado mucho en los últimos tiempos y, especialmente en una máquina virtual donde prácticamente no hay problemas de hardware, la instalación tiende a ser extremadamente sencilla. Unos puntos a tener en cuenta:
En todo caso, ya durante la instalación debemos aplicar una mecánica imprescindible para que todo sea correcto. Se trata de documentar. Debemos ser capaces de reproducir **exactamente** todo lo que realicemos para poner nuestros servicios en funcionamiento. Tras el proceso de instalación y configuración, debemos obtener un documento que contenga todo lo que hacemos y que nos permita instalar otra máquina exactamente igual. Esta documentación es extremadamente útil:
Esta guía no tiene que ser algo más complicado que un fichero de texto plano elaborado a base de copiar y pegar con el bloc de notas. Recomiendo incluir enlaces web a la documentación que hayamos usado (manuales, HOWTOs, etc.), pero aún así incluir lo que hemos hecho (el referente puede desaparecer o cambiar). Personalmente utilizo Redmine[3], un sistema de gestión de proyectos que incluye un correcto wiki, que hace bastante cómodo mantener esta documentación.
Con la guía podemos tranquilamente instalar en nuestra máquina virtual, hacer pruebas, etc. y luego ser capaces de reproducir el proceso (sin pasos en falso) en nuestra máquina en producción. Una herramienta útil que nos proporciona la virtualización son los snapshots. Fácil y cómodamente podemos guardar estados de la máquina y volver a ellos posteriormente. Esto nos permite experimentar y luego volver atrás rápidamente; así pues podemos experimentar sin miedo a "ensuciar" la máquina, tomando un snapshot antes de comenzar.
Tras instalar, y en cuanto tengamos la guía para configurar nuestros servicios en producción, podemos realizar estas operaciones en nuestro entorno de producción y obtener un sistema limpio que cumple los requisitos.
Una vez aquí, tenemos que ser capaces de:
Con estos puntos cubierto, podemos dar un servicio que, pese a no ser completamente profesional, sin un uptime perfecto y sin redundancias, puede ser más que adecuado para la mayoría de los propósitos.