Hallábame yo ponderando las facetas más obsesivas de mi personalidad (sí, es la una de la madrugada y mañana trabajo) cuando pasó por mi cabeza la palabra precioso, sa [1]. Es una bonita palabra. Bella, hermosa, linda, primorosa... pero sobretodo popular, extremadamente popular.
¿O es una percepción mía? Según google, su popularidad es cuatro veces inferior a lo lindo o bello y es despreciable frente a bonito (¿será el pescado? ¿será Nike? Busquen y sorpréndanse), pero sobresale como un pulgar hinchado algo muy sobresaliente cada vez que se me planta delante. Me provoca desasosiego y, pese a que les tengo mucho cariño a las palabras, tengo prejuicios de esta.
No seré yo el más indicado para pontificar sobre el español (aunque hace ya unos cuantos años que practico [y sigo sin rendirme]), ni sobre las virtudes del diccionario de sinónimos (que antes de la confección de este artículo, hacía eones que no consultaba) pero... ¿arrejuntémonos en una campaña preventiva contra la palabreja?
En fin, no se preocupen. No queda tanto hasta la siguiente toma de medicación y hasta ese momento, prometo que mis reflexiones introspectivo-obsesivas se quedarán a varios metros de mi botón secreto de pontificar.