Recuerdo que hace un par de veranos estabamos en una fantástica chabolita montañiega überpija en Graus [1] aburridos pero con una fantástica piscina y jardincillo. A mi se me ocurrió hacer una especie de Tai Chi [2] a lo cutre y sin ningún respeto por todo el tema de las milenarias artes marciales.
Se me ha escurrido el término perfecto para lo que hacíamos. Estábamos haciendo (redoble de tambor)... el ¡zen-utrio!
Sí, pueden apedrearme cuando oigan la señal...